Editorial

Estamos contentos por la repercusión del blog, pero nuestra alegría no tiene que ver con el ego personal (pues somos conscientes que este espacio se puede mejorar mucho más), sino que se trata de una satisfacción basada en la clara convicción de la necesidad de difundir estos temas. Instalar el debate y crear conciencia en el primer paso para cambiar el mundo. Gracias a todos!

2008/08/12

Cuento relacionado con el problema del agua

EL TIEMPO PASA Y EL AGUA SE PIERDE.
Renzo, tendido, dormía plácidamente cuando sintió que algo como una fuerza misteriosa tomaba su cuerpo, era una sensación inexplicable. Se sentía como fuera del tiempo, como si la eternidad lo hubiera atrapado. Abrió los ojos y se encontró en el medio de la llanura. Los largos pastizales le impedían ver a su alrededor, pero guiado, casi a ciegas, por el sonido de un río cercano, pudo ver a un grupo de indígenas pescando y cargando agua en unas tinajas. Eran los Pampas. Renzo intentó hablar con ellos pero se dio cuenta que no lo veían, ni lo escuchaban. Saliendo apenas de su estupor inicial, se quedó mirando con admiración el agua cristalina de ese río. Pero lo que más llamó su atención, fue ver cómo los indígenas la utilizaban con cuidado, moderadamente, y cómo su actitud denotaba respeto. De golpe, volvió a sentir la misma fuerza que antes. Se sentía como un títere manejado por quién sabe que cosa. Al término de este “viaje”, cayó al suelo, y sacudiéndose el polvo tras la caída, descubrió que lucía un sencillo poncho. Se encontraba en la llanura, como antes, pero ya no había indios, si no gauchos y criollos. Ubicado, más específicamente, en la hermosa Buenos Aires, ¡pero en 1820! Todo era bello pero había algo que producía un desagradable aroma. Renzo siguió el olor y se encontró con mujeres que tiraban la basura y el agua sucia a la calle. Esta iba luego a los ríos y arroyos. Después de un tiempo de observar con asombro y tristeza la escena, sintió por tercera vez la misma fuerza. La oscuridad lo invadía. Esta vez cayó en 1990. Buenos Aires estaba totalmente urbanizada. Pero sintió la tentación de escapar de las calles y los edificios para encontrarse en el lugar exacto de sus “viajes por el tiempo”. Renzo se acercó al Río de la Plata y se entristeció al ver que no había agua cristalina como en la época de los aborígenes, sino un río amarronado, con un aroma que (aunque más desagradable) le hacía recordar al de la basura y el agua sucia tirada en las calles en 1820. Renzo dejó caer sus rodillas al suelo y como si fuera una dolorosa pesadilla exclamó: -“¡El agua se pierde y yo no puedo ayudarla!”-. En ese instante Renzo siente una voz que lo llama, cada vez más y más fuerte… Levanta con esfuerzo su cabeza, y descubre que tiene la vista nublada, de tal forma que lo único que vislumbra es algo así como una silueta. Luego de unos momentos, sus pupilas se “amigaron” con la luz y cae en la cuenta que todo fue un sueño y que la voz que estaba oyendo, era la de su hermano Abelardo, que lo llamaba. -Renzo, tenemos que ir a la fábrica, hay que trabajar. -A propósito Abelardo – dice Renzo mientras se refriega los ojos- ¿Cómo tenemos las salidas de agua de las cadenas de fabricación? -Más o menos- Le contesta el hermano. -Pero ¿no cambiaste los filtros? -No, con una coima al inspector solucioné todo. -¡Eso es ilegal!- replica Renzo con firmeza -¡Hay que cambiarlos! Abelardo entre extrañado y furioso le grita: -¿Te volviste loco Renzo? ¿Sabés lo que sale?, ¿Qué te pasa hoy?, estás distinto… A lo que Renzo, entusiasmado le dice: -No, ¡es que tuve un sueño! ¡Y te lo voy a contar!...(Extraído del libro Destellos de Luz, reflejos de vida de José Balabanian Ed. San Pablo)


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