“En nidos abandonados se cobijan los últimos ecos.
La mueca ensangrentada de los árboles rojo
responde al talo de las hachas.
Tac! Tac!
Y las muecas exánimes de los árboles blancos.
(…)Tac! Tac!
El ritmo de las hachas es la cabal medida de un destierro…
Las hachas percuten en el propio corazón del mundo,
y es un compás de danza viril y vengativa.
Las recias columnas de los cielos nativos se derrumban,
y en cada caída se abren nuevas pausas al alma.
Tac! Tac!
Un día te hallarás súbitamente solo.
Con la última jornada se habrá ido tu paisaje.
Y el abra de aquel día será ya tu destierro”
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